- «Me voy obligado porque me jubilan. La Policía Nacional me lo ha dado todo», cuenta orgulloso este agente que se ha llevado casi media vida patrullando El Puerto
- Sus compañeros lo despedían este jueves haciéndole un pasillo con saludas y aplausos y por ser «un referente» para ellos
La vida del policía nacional José Carmona podría decirse que es historia de España. Vestido con el uniforme azul, este agente ha sido parte y testigo de momentos históricos como el Golpe de Estado del 23F, también del devenir de la Transición cuando montaba vigilancias en la casa del conde de Barcelona, padre del Emérito, cuando hizo servicios en el recordado Mundial de fútbol del 82, en las Olimpiadas, en la Expo de Sevilla…
Además ha visto lo peor, como los momentos más sangrientos del terrorismo al acudir al aviso de dos terribles atentados: el coche bomba que ETA puso en Madrid en 1988 en la casa cuartel de Guzmán El Bueno y que mató a un niño de dos años y medio, o el atentado del 86 que hizo volar por los aires un autobús de la Guardia Civil y por el que fallecieron de manera atroz 16 agentes.
Y cientos de servicios más. De todo tipo.
Así que sus ojos están cargados de experiencia y experiencias. 41 años como policía, 25 de ellos en la comisaría de El Puerto. Siempre en lo mismo, «en la calle», en los ‘zetas’. Ahora, Carmona, como le conocen, se jubila siendo el miembro más veterano del GAC (Grupo de Atención al Ciudadano) de toda la provincia. Y se marcha porque cumple los 65 y no le queda más remedio. «Es ya forzoso pero si pudiera me quedaría unos añitos más», dice, «me encuentro perfectamente». Y es que este veterano de azul sigue amando su oficio. Vocación absoluta. «Un referente», dicen de él. Por eso, y por el cariño y respeto que le procesan sus compañeros, este jueves lo despedían con todos los honores en uno de esos ‘últimos turnos’.
Los policías le hacían un pasillo y entre sirenas, saludas y aplausos le rendían así un tributo que sin duda no olvidará. Además se unían agentes de la Guardia Civil y efectivos de emergencia. «No me lo esperaba. Me sorprendió mucho y sentí una gran emoción, aunque también un poquito de agobio», confiesa acostumbrado a ser él quien da a los demás.
«Pero es un gran orgullo. Yo a la Policía Nacional nada más que puedo estar agradecido. Me quedo con todo lo bueno y con la satisfacción del trabajo hecho». «No he hecho las cosas mal…», afirma desde la humildad. De ahí que durante mucho tiempo ejerciera de tutor de ‘zetas’ de todos los que llegaban nuevos a la comisaría, hasta que hace ya unos cuantos años comenzó a patrullar con José María, su inseparable ‘binomio’ hasta hoy.
De toda su época portuense, el agente recuerda muchos momentos, experiencias inolvidables, asistencias más tristes y otras, aunque arriesgadas, con final feliz. Como cuando logró rescatar a un niño que estaba a punto de precipitarse en la Muralla. «No podía esperar a que llegaran los bomberos porque se iba a matar… fui a por él, lo agarré como pude y se salvó». O el servicio en el que pudieron desalojar a once personas atrapadas en el incendio de sus casas.
Y para cumplir con su trabajo, Carmona siempre ha entendido que lo más importante es actuar bajo dos premisas que cree que son claves: la lógica y el compañerismo. «Hay situaciones en las que no puedes esperar a ver qué va a pasar, los policías no sabemos de todo, sin embargo la decisión a veces la tienes que tomar en un segundo así que a menudo la mejor opción es la lógica. Y al contrario, si te agobias, no lo haces o lo haces mal». Pero además lo mejor, casi indispensable, es hacerlo bien acompañado. «Si no tienes confianza con el compañero con el que vas… estás perdido».
Pues bien, este policía nacido en San José de la Rinconada (Sevilla) pero de corazón ya portuense colgará el uniforme para siempre este próximo domingo. Dos hijas y tres nietos después de que se lo pusiera por primera vez. Otras dos condecoraciones con la cruz al mérito policial con distintivo blanco, 54 felicitaciones y muchas otras que en todo este tiempo ha rechazado. «¡Claro! Otros compañeros las merecían más que yo… mejor que fueran para ellos». Ese es Carmona
Por La voz de Cádiz