Un agente veterano comparte comisaría y funciones con sus dos hijas, que están de prácticas.
Joan B. tiene 57 años y es mosso d’Esquadra desde hace casi tres décadas. Su ingreso en el cuerpo debió empezar antes, pero una lesión de rodilla le dejó en el dique seco. «Me gustaba la idea de ser policía de Catalunya y lo volví a intentar», dice. Este cambrilense logró su propósito en 1992 y desde el primer día estuvo destinado en Tarragona en tareas de seguridad de la cárcel. Con en el despliegue de 2008, pidió trabajar en la comisaría de su ciudad natal y logró la plaza.
Por aquel entonces, Joan ya estaba casado y tenía dos hijas. «Admito que se me pasó por la cabeza que ellas siguieran mis pasos, pero en ningún momento no hubo ningún comentario o sugerencia en este sentido. Tenía claro que cada una de ellas debía tomar su camino», explica.
Mientras las dos hijas iban cursando estudios, él empezó a trabajar en Cambrils en el área de seguridad ciudadana, aunque algún verano le tocó trabajar en la Costa Brava como refuerzo de verano. Ahora, Joan forma parte de la plantilla de la Unitat de Seguretat Ciutadana (USC) y echa un cable a los compañeros de la Àrea d’Investigació de Reus cuando se requieren algunas tareas de policía científica.
Este 2021, Mossos ha incorporado 693 nuevos agentes, que tras aprobar la teórica se han repartido por el territorio para cumplir con el año de prácticas obligatorias antes de pedir destino. Del total, 135 policías están en las comarcas de Tarragona.
Cristina y Mireia, de 30 y 27 años, son dos de estos futuros mossos. Ellas son las hijas de Joan y pidieron Cambrils para hacer el año de prácticas.
«Trabajar al lado de mi padre es más fácil de lo que creía», asegura Mireia. «Siempre está ahí cuando tenemos una duda y nos hace de guía», añade Cristina. La mayor de las hermanas estudio INEF y se sacó dos másteres. «No me terminaba de convencer ningún trabajo y al ver a mi padre me dije ¿y por qué no?».
Mireia lo tuvo más claro que su hermana mayor. Estudio Educación Infantil para tener un colchón, pero rápidamente intentó ser mosso. Falló en el primer intento, pero no se rindió. Entró en la Policía Local de L’Hospitalet y luego la de Cambrils, hasta que ha aprobado.
Las dos quieren seguir los pasos de su padre, aunque una apueste por la rama de investigación y la otra pida la unidad canina. De momento, pero, los tres comparten su sueño y lugar de trabajo. No hay familia más segura en la ciudad.