El legendario origen del nombre de Alicante y la cara del moro

La mayoría de los historiadores cree que el origen del nombre de Alicante viene del griego, de Akra Leuké, que significa montaña o promontorio blanco, que seguramente hace referencia al color claro de la montaña donde hoy se encuentra el castillo. Del Akra Leuké griego derivó a la Lucentum romana, ciudad antigua que todavía puede visitarse cerca de la cala de la Albufereta. Los musulmanes convirtieron Lucentum en Al-Laqant y de aquí la Alacant valenciana y la Alicante española.

Pero hay otra explicación del origen del nombre de Alicante, que si bien no es histórica, no deja de tener gran encanto. He aquí la leyenda del origen legendario del nombre de Alicante y de la curiosa cara que se ve tallada por el capricho de la naturaleza bajo la cima donde se encuentra el castillo y que es conocida como la cara del moro.

Cara del moro

En una pequeña ciudad de Al-Andalus situada junto a la costa del Mediterráneo gobernaba un gran noble musulmán. El noble tenía una  hermosa hija llamada Cántara. El padre quería que su hija  tuviera un buen matrimonio, digno de la nobleza a la que pertenecía la familia. Dos pretendientes de las familias más nobles de la ciudad se presentaron para desposar a la bella Cántara. Uno de ellos era Omar, intrépido, práctico y decidido. El otro era Alí, de bellas facciones, al que le entusiasmaba la poesía y  la música. Su voz, de bello timbre, le hacía un excelente cantante.

El padre de Cántara, propuso un reto a los pretendientes: «Aquel de los dos que de aquí a un año vuelva a mí con las mayores riquezas como pago de dote por mi amada hija será el agraciado que tome su  mano. «

Omar, no perdió el tiempo y rápidamente flotó un barco con el que pensó recorrer el Mediterráneo en busca de esas riquezas que le harían esposo de Cántara.

Alí, por contra, hechizado desde el primer momento de la belleza de Cántara, en ningún momento pudo plantearse el alejarse de la bella joven. De esta manera, con Omar lejos, el corazón le Cántara poco a poco fue rindiéndose a los cantos y a las poesías de Alí. La pareja se veía a espaldas del padre de Cántara. Los dos jóvenes, alumbrados por la llama del amor, pasaron los meses más felices de sus vidas.

Cántara y Ali

Pero el tiempo pasaba y el plazo llegaba a su término. Corría el rumor, que Omar había casado en las tierras más orientales del Mediterráneo con una gran princesa. Así, los dos jóvenes sólo esperaban que acabara el plazo para formalizar para siempre su amor.

El primer día de la primavera se cumplió el plazo. Pero como muchas veces pasa el amor más puro da una corta felicidad. Al amanecer del día que se cumplía el plazo, un estilizada galera apareció en el horizonte. Omar desembarcó en el puerto. Sus ropas cuajadas de diamantes y otras piedras preciosas refulgían con el sol de la mañana. Su barco estaba lleno de riquezas traídas de muchos países. Venía a reclamar la mano de Cántara, Aunque era cierto que Omar había casado con una princesa en tierras lejanas del Mediterráneo, no pensaba renunciar a Cántara, ya que su religión islámica le permitía casarse con varias mujeres. 

En el castillo, donde residía el gobernador, se realizó la reunión donde se iba a decidir el destino de Cántara. La joven, viendo la situación, habló con su padre para que deshiciera el acuerdo y le confesó su amor por Alí. Pero el gobernador, olvidando los deseos de su hija y entusiasmado por las riquezas que Omar iba a dar como dote por su hija decidió que tendría que desposarse con Omar. En un arranque de desesperación, y antes de que ni Alí, ni Omar ni el gobernador pudieran evitarlo, la bella Cántara subió a lo más alto del castillo y echando una última mirada al mar y a la ciudad donde había vivido el tiempo más feliz de su vida con Alí, saltó al vacío. Alí, viendo a su amada caer no lo dudó un segundo y se precipitó tras  ella.

Triste historia la de los enamorados. Desde entonces, desde aquellos lejanos tiempos, la ciudad que vivió el amor de Alí y de Cántara tomó el nombre de los dos enamorados: Alí-Cantara – Alacant – Alicante.

En el castillo desde donde se tiraron Ali y Cántara la roca misma manifestó su ira contra el gobernador, que siguió los dictados la avaricia y no los del amor. La tierra se abrió y engulló al egoísta que desde entonces pena en las entrañas del castillo. Su cara quedó reflejada en la montaña. Es la cara del moro que se puede ver en la ladera del castillo de Alicante. Su maldición es ver desde la altura a todos los enamorados de Alicante para que aprenda que el amor es más importante que todas las riquezas.

Cara del moro

Si alguna vez visitas Alicante y sientes que alguna presencia extraña te mira ¡alégrate!. Seguro que vas con tu amor verdadero y la mirada que notas es la de la cara del moro que desde el castillo envidia tu felicidad.

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